Los bandoleros del Pirineo, una historia por descubrir

Actualmente los Pirineos oscenses están reconocidos como un entorno ideal para vivir unas vacaciones en familia espectaculares. Las montañas aragonesas ofrecen al visitante una gran diversidad de espacios naturales y experiencias durante todo el año. Si viajáis con vuestros hijos al Pirineo podréis disfrutar cientos de kilómetros de pistas de esquí, rutas de senderismo adaptadas a todos los niveles donde descubrir increíbles ibones o hacer cima en algunos de los picos que superan los 3000 metros de altura y que son accesibles con niños. Además podréis disfrutar de una gran oferta de deportes de aventura. Pero el Pirineo no solo es naturaleza también os sorprenderá con sus pueblos, llenos de cultura, tradiciones y leyendas.

Pero hoy vamos a presentaros otra visión de la historia de esta región. Un relato marcado por su carácter fronterizo, la dureza de su orografía y el carácter de sus habitantes que estamos seguros si cayera en manos de Hollywood serviría para hacer un guión de película de aventuras. En estas circunstancias apareció la figura del bandolero y del contrabandista del Pirineo, que estuvo vigente durante siglos y que en nuestra aventura Los bandoleros del Pirineo descubriremos en familia un poco más de esta fascinante historia que llego a esta casi mediados del siglo XX. Una opción ideal para pasar las vacaciones de Semana Santa en familia.

Lupercio Latras, el bandolero más temerario de los Pirineos

Hijo del Señor de Latrás, encargado de vigilar las fronteras con Francia para la corona española, quedó huérfano en su infancia al despeñarse su padre mientras inspeccionaba las fortificaciones de la zona de Canfranc. Este hecho marcó su juventud y su carácter aventurero y violento. A los veinticuatro años fue condenado por el homicidio de varios lugareños del valle de Hecho, escapándose al monte, donde se convierte en bandolero.

Durante cuatro siguió con sus correrías por el Pirineo como bandido, hasta que decide cruzar a Francia  y servir de espía para las autoridades aragonesas acerca de una posible invasión militar de los protestantes franceses. Este servicio le proporciona el perdón de Felipe II. Durante los siguientes años Lupercio estuvo en Italia al mando de un pequeño ejercito de montañeses e incluso fue recibido en audiencia por el Papa Sixto V. Tras varios años de guerras e indignado por el trato recibido por las autoridades de la corona Lupercio regresa a Aragón donde una organiza una partida de bandoleros que se ponen al servicio de Rodrigo de Mur, lugarteniente del conde de Ribagorza  y el principal aristócrata y terrateniente de Aragón, en conflicto con el rey Felipe II por el control de Aragón y de los pasos fronterizos con Francia.

Durante este periodo Lupercio se ve envuelto en todo tipo refriegas bélicas por toda la geografía aragonesa donde demuestra una vez más su audacia e inteligencia como queda demostrada en la toma del castillo de Ainsa con el robo de todos los fondos allí acumulados. Esta hazaña le brindó una fama y popularidad entre los partidarios del conde de Ribagorza, pero también motivó que el rey pusiera precio a la cabeza de Lupercio Latrás. De nuevo tuvo que acudir a sus dotes de espía para salvar la vida y conseguir el perdón del rey viajando a Francia e Inglaterra consiguiendo información para Felipe II.

Pero el carácter de Lupercio era indomable. Más tardes a causa del aburrimiento o de la falta de dinero se enroló en un barco corsario inglés. En el naufragio de la nave en costas cántabras Lupercio es arrestado y llevado a Toledo donde fue ejecutado por orden de Felipe II en 1590.

Contrabandistas y el Conde Rusell

Los contrabandistas tradicionales del Pirineo aragonés a menudo eran gentes humildes que a través del tránsito de mercancías se ganaban la vida. Muchas veces más que contrabando de mercancías prohibidas, era un intercambio de mercancías para evitar el pago de aranceles. Se contrabandeaba con ganado vacuno, lanar, caballos, perfumes y cosméticos, café, azúcar, tabaco, telas y sedas…incluso se dice que por el Valle de Tena pasó una cosechadora desmontada en piezas.

Son celebres las historias del Conde Rusell acerca de los asaltos a montañeros en el Pirineo durante el siglo XIX,  en especial su aventura con los salteadores del Cotiella en 1870. Desde entonces se cuenta que el conde viajó siempre con un revolver en la mochila. Pero no fue el único montañero que tuvo aventuras con los intrépidos aventureros del Pirineo como recogen gran cantidad de testimonios.

En homenaje tanto a los contrabandistas como a los precursores del montañismo en el Pirineo actualmente podemos recorrer La senda de los contrabandistas, de carácter circular con salida y llegada de Canfranc y una duración de 5 días.

Ya sabéis si queréis vivir un poco más de cerca la experiencia de ser un bandolero en el Pirineo inscribiros en nuestra aventura en familia más épica “Los bandoleros del Pirineo”

 

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